El ejercicio, un poderoso antidepresivo
- 17 ene 2021
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Actualizado: 18 ene 2021
La depresión es un importante problema de salud pública mundial que afecta a más de 350 millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por un deterioro significativo en el funcionamiento social y ocupacional, que afecta la actividad diaria del paciente y su calidad de vida. Los niveles bajos de actividad física se han asociado con una mayor prevalencia de depresión o ansiedad, por lo que durante los últimos años se ha intentado dar respuesta a los efectos del ejercicio sobre las diferentes vías biológicas involucradas en la fisiopatología de estos trastornos.

Hay muchos síntomas relacionados con la depresión, como falta de placer en ninguna actividad, pérdida de apetito y peso, fatiga, inactividad, indecisión y pensamientos negativos persistentes. Todos estos síntomas se asocian principalmente con el sistema nervioso autónomo y central, por lo que abren el camino a la rehabilitación física. El ejercicio físico tiene muchas ventajas en comparación con otros enfoques convencionales, ya que no es invasivo, no tiene efectos secundarios y muestra mejoras inmediatas que finalmente afectan el sistema nervioso y el equilibrio hormonal.
El ejercicio ha mostrado ser un prometedor tratamiento no farmacéutico eficaz para la depresión y la ansiedad. Su mecanismo de acción se puede explicar a través de dos vías: biológica y psicológica.
Vía biológica: La práctica regular de ejercicio físico regula el sistema cardiovascular, respiratorio y nervioso, y incrementa las habilidades que tiene el organismo para reaccionar ante determinados estímulos. Es una forma de activar el sistema inmunológico, facilitando la eliminación de las sustancias nocivas para el organismo, que de este modo aumenta su capacidad de regeneración. Por otro lado, se incrementan los glóbulos blancos con la consiguiente disminución del riesgo de aparición de enfermedades. Todo un abanico de beneficios al que se suma el aumento de los niveles de sustancias como la noradrenalina y la serotonina, directamente implicadas en nuestra respuesta al estrés y la depresión. Gracias al ejercicio físico se generan de forma natural, complementando o evitando la utilización de fármacos. También se estimula la glándula pituitaria que produce las endorfinas, unas hormonas encargadas de las funciones de neurotransmisor. Ellas regulan el dolor y el bienestar, disminuyendo el primero y acentuando el segundo.
Vía psicológica: Al mejorar el estado de ánimo, el ejercicio físico facilita el manejo de las emociones negativas (rabia e ira) y un sueño de más calidad. Además, es una forma de evadirse las preocupaciones y aporta una sensación de seguridad y control sobre uno mismo. Aumenta la autoestima y la sensación de autoeficacia sobre nosotros mismos.
En conclusión, la práctica regular de actividad física contribuye a la mejora de nuestro estado de ánimo y aumenta nuestra sensación de bienestar. El ejercicio físico es un medio para promover la salud, sentirse bien, verse mejor y aumentar las capacidades condicionantes. Se trata de un poderoso antidepresivo y ansiolítico que neutraliza los efectos negativos del estrés.
Referencias:
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Stubbs B, Koyanagi A, Hallgren M, Firth J, Richards J, Schuch F, Rosenbaum S, Mugisha J, Veronese N, Lahti J, Vancampfort D. Physical activity and anxiety: A perspective from the World Health Survey. J Affect Disord. 2017 Jan 15;208:545-552.
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